Tal vez me esté haciendo viejo y cascarrabias, pero tengo que reconocer que cada día que pasa incremento mi asco hacia nuestras instutuciones gubernamentales. Solamente puedo sentir tristeza y verguenza tras leer los hechos denunciados por el Casal Argentí a Barcelona referente al humillante trato recibido por Leandro Javier Pazos, un joven argentino, músico de profesión, que pretendía quedarse en España por unos pocos días con motivo de realizar unas actuaciones musicales. Su padre, José María, nos relata todo el periplo que su hijo está pasando gracias al trato que nuestra justicia y la policia española, emulando tiempos pasados. Leandro está hoy encarcelado, sin saber cómo o dcuando se resolverá su injusta situación. Le acusan de no haber tramitado la "Carta de invitación", formulismo que responsabiliza a un residente la manutención del invitado por un periodo no superior a los tres meses, previo estudio documental y pago de unos 100€. Lo peor de todo es que, según el reglamento del Ministerio de Trabajo e Inmigración (y así le reconfirmaron a Leandro en el Consulado Español), este requisito NO es necesario si el visitante acredita una reserva en un hotel y cierta cantidad de dinero en efectivo, requisitos que el joven cumplía.
Puede que el dictador haya muerto, así se lo confirmaron hace poco a Garzón, pero parece que sus lecciones siguen todavía vigentes. Ojalá que este país no se vea nuevamente en la necesidad de emigrar a tierras lejanas.
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